Casi como una presencia, se puede percibir el sentir generalizado en el País con respecto al año que comienza. Agobiados por la deuda pública, el estancamiento económico, el desempleo, la emigración, la reducción en los servicios gubernamentales, y la bancarrota moral de un gobierno con poca inclinación a hablar con la verdad, los puertorriqueños no tenemos una sola razón real, objetiva, para recibir el nuevo año con esperanzas de mejoría.
Por el contrario, si partimos de la experiencia de esta primera mitad de cuatrienio, tan abundante en ejemplos de la manera obtusa con que el PPD ha manejado los asuntos fundamentales del País, sólo nos queda esperar que en los dos años restantes continuará esa oscilación entre el delirio y el engaño que tan penosamente distingue al gobernador García Padilla.
Por el contrario, si partimos de la experiencia de esta primera mitad de cuatrienio, tan abundante en ejemplos de la manera obtusa con que el PPD ha manejado los asuntos fundamentales del País, sólo nos queda esperar que en los dos años restantes continuará esa oscilación entre el delirio y el engaño que tan penosamente distingue al gobernador García Padilla.
Hace apenas unos días, (tratando, de paso de establecer un paralelo entre Martin Luther King y su persona) el señor Gobernador anunciaba en una columna periodística que “el presupuesto del Gobierno central está balanceado; las corporaciones públicas más frágiles están en proceso de ser autosuficientes”. En momentos en que desde Fortaleza se nos dice que el aumento al arbitrio al petróleo es la única salvación para la Autoridad de Carreteras, cuando el Departamento de Hacienda confiesa que su respuesta a la contracción en recaudos es duplicar los regresivos impuestos al consumo, mientras el Departamento de Educación defiende la propuesta preparada por una empresa extranjera para el cierre de 580 escuelas, y cuando los derechos de los trabajadores públicos han sido descartados de un plumazo y los convenios colectivos no valen ni el papel en el cual están escritos, que el principal responsable de los destinos de un país asuma esa actitud absurdamente triunfalista sólo puede explicarse de dos maneras. Una es que el Gobernador es, genuinamente, impermeable al entendimiento de la realidad y piensa, de forma honesta, que está haciendo un gran trabajo. Esa es la alternativa del delirio. La otra, la del engaño, lo que significa es que a sabiendas de la gravedad de la situación, comprendiendo cabalmente las consecuencias de sus determinaciones el señor Gobernador ha escogido proyectar una imagen cincelada con falsedad y timo. Como escribía Antonio Machado: “Dime tú, cuál es peor”.
En ese escenario debuta el 2015. Aun cuando el deterioro de la economía acusa con más fuerza que nunca las implicaciones materiales de un sistema de inferioridad política que nos niega las herramientas esenciales para el progreso, está claro que García Padilla ha decidido no cumplir su promesa electoral de convocar a una asamblea de estatus. Por el contrario, de asumir alguna iniciativa en ese tema, estará dirigida a invalidar la voluntad descolonizadora expresada por el País en la consulta de noviembre de 2012. Si en efecto prevalece esa antidemocrática intención del sector inmovilista del PPD, el independentismo cumplirá la tarea de denuncia y oposición, y al ala Popular libreasociacionista tendrá oportunidad de probar la solidez de sus posiciones.
En cuanto al tema fiscal, los datos revelados sobre los proyectados cambios al sistema contributivo han hecho claro que pese a su evidente fracaso, persistirán las políticas de privilegios para quienes más riqueza generan; ni de lejos los Populares tocarán a las corporaciones exentas. Toda vez que el único fin de las enmiendas será aumentar los ingresos gubernamentales, pretenderán a través del IVA recaudar la cantidad que permita cerrar la brecha deficitaria. No importa cuánto el gobierno insista –por delirio o por engaño- en hacer creer que los cambios serán buenos para el pueblo, de nuevo perseguirán que los que menos tienen, aporten más.
Tampoco hay razones para pensar que la lógica asistirá al Gobernador en la discusión sobre el futuro de las corporaciones públicas. Si algo debe ser evidente a estas alturas, es que la deuda de esas entidades ha llegado al nivel de lo impagable. Las obligaciones recién contraídas por el gobierno, así como las emisiones proyectadas, están destinadas exclusivamente al pago de deuda antigua. Eso quiere decir que el gobierno ha secuestrado los recursos indispensables para infraestructura y desarrollo económico, llevándonos a una peligrosísima encrucijada: no hay con qué pagar ni cómo producir con qué pagar. Es el momento de plantear una salida viable que permita una reestructuración de la deuda (al menos de aquélla que no está cobijada por la garantía constitucional de pago, como es el caso de las obligaciones generales y otras asumidas mediante legislación especial) que reconozca y atienda la magnitud de la crisis. Pero mientras persistan –de nuevo—las ilusiones infundadas o las actuaciones mendaces del gobierno, lo único seguro es el desfile al precipicio.
El año 2015 definirá la oferta electoral para el próximo cuatrienio. Estos dos años han probado la ineficacia del Partido Nuevo Progresista como oposición. Aun contando con una treintena de legisladores, varios alcaldes y amplios recursos, el bando azul no ha logrado articular respuestas a la pobre actuación del PPD. Y es que después de todo, quitando un punto aquí y cambiando una coma allá, tras las banderas del jíbaro decapitado y la palmera anóxica germinan las mismas políticas de sumisión a los intereses privilegiados y el mismo culto a la incompetencia. Le toca al País recibir este nuevo año con auténticas resoluciones para el cambio, comenzando con el análisis sereno de las muchas oportunidades que han tenido –y han desperdiciado- los que nos han gobernado.
Por nuestra parte, en el Partido Independentista Puertorriqueño, iniciaremos el año en la calle literalmente, en plena campaña para la difusión del trabajo legislativo y de nuestras propuestas; continuando con el trabajo de educación sobre la independencia a través de cuñas radiales, visitando comunidades y preparando nuestro equipo para el 2016. Nos despedimos del 2014 celebrando lo que hasta hace poco se veía tan lejano: la rectificación de los Estados Unidos de su política hacia Cuba. Sabemos que ése es el anticipo de grandes cambios, y la apertura de caminos antes inaccesibles hacia nuestra descolonización e independencia. Llegamos pues, al 2015, con las palabras de Betances: “Los tiempos se acercan, y han de cumplirse”.
*Publicado en Claridad
En ese escenario debuta el 2015. Aun cuando el deterioro de la economía acusa con más fuerza que nunca las implicaciones materiales de un sistema de inferioridad política que nos niega las herramientas esenciales para el progreso, está claro que García Padilla ha decidido no cumplir su promesa electoral de convocar a una asamblea de estatus. Por el contrario, de asumir alguna iniciativa en ese tema, estará dirigida a invalidar la voluntad descolonizadora expresada por el País en la consulta de noviembre de 2012. Si en efecto prevalece esa antidemocrática intención del sector inmovilista del PPD, el independentismo cumplirá la tarea de denuncia y oposición, y al ala Popular libreasociacionista tendrá oportunidad de probar la solidez de sus posiciones.
En cuanto al tema fiscal, los datos revelados sobre los proyectados cambios al sistema contributivo han hecho claro que pese a su evidente fracaso, persistirán las políticas de privilegios para quienes más riqueza generan; ni de lejos los Populares tocarán a las corporaciones exentas. Toda vez que el único fin de las enmiendas será aumentar los ingresos gubernamentales, pretenderán a través del IVA recaudar la cantidad que permita cerrar la brecha deficitaria. No importa cuánto el gobierno insista –por delirio o por engaño- en hacer creer que los cambios serán buenos para el pueblo, de nuevo perseguirán que los que menos tienen, aporten más.
Tampoco hay razones para pensar que la lógica asistirá al Gobernador en la discusión sobre el futuro de las corporaciones públicas. Si algo debe ser evidente a estas alturas, es que la deuda de esas entidades ha llegado al nivel de lo impagable. Las obligaciones recién contraídas por el gobierno, así como las emisiones proyectadas, están destinadas exclusivamente al pago de deuda antigua. Eso quiere decir que el gobierno ha secuestrado los recursos indispensables para infraestructura y desarrollo económico, llevándonos a una peligrosísima encrucijada: no hay con qué pagar ni cómo producir con qué pagar. Es el momento de plantear una salida viable que permita una reestructuración de la deuda (al menos de aquélla que no está cobijada por la garantía constitucional de pago, como es el caso de las obligaciones generales y otras asumidas mediante legislación especial) que reconozca y atienda la magnitud de la crisis. Pero mientras persistan –de nuevo—las ilusiones infundadas o las actuaciones mendaces del gobierno, lo único seguro es el desfile al precipicio.
El año 2015 definirá la oferta electoral para el próximo cuatrienio. Estos dos años han probado la ineficacia del Partido Nuevo Progresista como oposición. Aun contando con una treintena de legisladores, varios alcaldes y amplios recursos, el bando azul no ha logrado articular respuestas a la pobre actuación del PPD. Y es que después de todo, quitando un punto aquí y cambiando una coma allá, tras las banderas del jíbaro decapitado y la palmera anóxica germinan las mismas políticas de sumisión a los intereses privilegiados y el mismo culto a la incompetencia. Le toca al País recibir este nuevo año con auténticas resoluciones para el cambio, comenzando con el análisis sereno de las muchas oportunidades que han tenido –y han desperdiciado- los que nos han gobernado.
Por nuestra parte, en el Partido Independentista Puertorriqueño, iniciaremos el año en la calle literalmente, en plena campaña para la difusión del trabajo legislativo y de nuestras propuestas; continuando con el trabajo de educación sobre la independencia a través de cuñas radiales, visitando comunidades y preparando nuestro equipo para el 2016. Nos despedimos del 2014 celebrando lo que hasta hace poco se veía tan lejano: la rectificación de los Estados Unidos de su política hacia Cuba. Sabemos que ése es el anticipo de grandes cambios, y la apertura de caminos antes inaccesibles hacia nuestra descolonización e independencia. Llegamos pues, al 2015, con las palabras de Betances: “Los tiempos se acercan, y han de cumplirse”.
*Publicado en Claridad