Casi como una presencia, se puede percibir el sentir generalizado en el País con respecto al año que comienza. Agobiados por la deuda pública, el estancamiento económico, el desempleo, la emigración, la reducción en los servicios gubernamentales, y la bancarrota moral de un gobierno con poca inclinación a hablar con la verdad, los puertorriqueños no tenemos una sola razón real, objetiva, para recibir el nuevo año con esperanzas de mejoría.
Por el contrario, si partimos de la experiencia de esta primera mitad de cuatrienio, tan abundante en ejemplos de la manera obtusa con que el PPD ha manejado los asuntos fundamentales del País, sólo nos queda esperar que en los dos años restantes continuará esa oscilación entre el delirio y el engaño que tan penosamente distingue al gobernador García Padilla.
Por el contrario, si partimos de la experiencia de esta primera mitad de cuatrienio, tan abundante en ejemplos de la manera obtusa con que el PPD ha manejado los asuntos fundamentales del País, sólo nos queda esperar que en los dos años restantes continuará esa oscilación entre el delirio y el engaño que tan penosamente distingue al gobernador García Padilla.