La determinación de la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico de negar la extensión por un año de la moratoria al aumento de matrícula es una mala señal. No es descabellado anticipar que lo que se persigue es esperar hasta el verano –cuando es más difícil articular protestas estudiantiles—para anunciar el aumento. En el entretanto, la administración puede seguir con el libreto de "policía bueno, policía malo": unos diciendo que viene el lobo y otros que no. Es la película que ya vimos, en su versión legislativa, con la desarticulación del Sistema de Retiro de Maestros—se negó rotundamente la existencia de un proyecto de ley redactado desde abril, se radicó la medida el día 19 de diciembre, se convocó a una sola vista el día 20, se aprobó el día 23, y se convirtió en ley en Nochebuena. conexión porque creo que ambas iniciativas (aumento de matrícula en la UPR, reducción del retiro de las maestras), pintan de cuerpo entero la hipocresía detrás de la frase tan manoseada de que "en la educación está el futuro del país". No es honesto cifrar esperanzas de progreso colectivo en el sistema educativo público por un lado y, por el otro, mutilar ese mismo sistema. Cierto que los efectos de la crisis creada por la combinación fatal de incompetencia, corrupción e inferioridad del sistema colonial salpicarán a todos los sectores de una forma y otra, pero en el caso de la Universidad de Puerto Rico la agenda para su debilitamiento antecede, por mucho, la apocalipsis crediticia.